La chaqueta Liddesdale ha sido la prenda angular del guardaropa de invierno durante los últimos 30 años.
Como una de las chaquetas Barbour más icónicas, es un testimonio de estilo duradero y simplicidad atemporal. Reconocida por su característico acolchado de rombos, su cuello de pana suave y su cierre de tachuelas en la parte delantera, ahora la vemos en personas igualmente icónicas, aportando su versión renovada al look.